De tanto mirar por la ventana me voy a fundir con ella, tengo suerte de las vistas que tengo en tres de ellas, que compensan con creces el desastre de las otras dos, desde las que he descubierto que en todos esos edificios que me rodean vive gente a la que nunca hasta ahora había visto.
Este repentino robo de libertad ha hecho resurgir los balcones, que han pasado de ser unos simples trasteros llenos de cosas que ni siquiera recordamos tener, a ser la parte más importante de nuestros hogares e incluso hacerte subir un escalafón en esta sociedad confinada.
Esta nueva primavera de pijama, zapatillas de andar por casa y cabezas despeinadas ¡con canas a tutiplen! en la que hemos huido más que nunca y con todos los medios a nuestro, de la soledad a pesar de estar abogados a ella de una manera irremediable.
Después de todo no todos los años 15 días se convierten en 65, al menos a mi no me había pasado nunca, y mucho menos cuando estamos en la playa en verano, que te llamen y te digan. » no puedes venir a trabajar lo vamos a alargar 15 días y luego otra prórroga de otros 15 y así hasta llegar a 65″ no habría filtro solar que soportara eso, ¿ o si? tampoco lo sé como nunca me ha pasado….
Tras todos estos días y lo que ha pasado durante los mismos he llegado a varias conclusiones;
La primera que la compra compulsiva del papel de WC sólo puede deberse a que estábamos cagados de miedo, aunque nadie lo vaya admitir nunca.
La segunda que tener mascota nunca había sido una necesidad vital y que a pesar de las bromas muy necesarias por supuesto, deberíamos tomarnos su importancia más en serio.
La tercera, ay! sobretodo la tercera, la filosofía de Marie Kondo ha reinado a nivel mundial como nunca, ¡Que limpio y ordenado lo tengo todo! a pesar de que no sabemos si lo hemos hecho con agradecimiento o con cierto agobio, ni tampoco lo que durará…. aun así esta toda la casa fantástica.
Con el entusiasmo de tener tiempo, nos hemos venido arriba y lo que empezó como un poner » un poco» de orden en el armario ha acabado con el susodicho mueble desmontado en el cuarto de la plancha, ahora además de plancharlo todo hay que buscar las instrucciones por no tener la más remota idea de como volver a montarlo.
Y la cuarta, la que más tiempo nos roba disfrazándolo de entretenimiento, introduciéndonos en una agradable burbuja de información a la carta y distanciamiento del momento presente, siempre fuimos esclavos de las pantallas pero esta cuarentena ha sido el colmo de los colmos el móvil.
En el móvil está ya que no puede más, hemos mandado una media de 1000 o 2000 mensajes por whatsapp, hemos hablado con gente de la que no recordábamos ni su existencia, hasta salimos todos ganadores en un sorteo ficticio de una escoba y una fregona ¡para que cayeramos en la cuenta de que había que hacer algo más productivo ! ( se supone que era broma pero algo de serio llevaba seguro).
Por cierto ¿los mensajes de whatsapp cuentan como literatura? porque entonces yo ya me he leído en estos días todo lo que hay que leerse antes de morir.
También nos hemos vuelto unos magos de la videollamada y las video conferencias , sabemos qué luces que hay que encender y las que hay que apagar y los libros que hay que poner en la librería de rigor que hace las veces de fondo, hemos aprendido a peinarnos mientras descolgamos y a dónde hay que enfocar para que todo parezca fantástico y maravilloso, y hemos ahorrado en ropa de trabajo de cintura para abajo. ¡De aquí a a la fama!!.. y a comprar pijamas y chandals, parte inferior sobretodo.
Y por último, la quinta de las cosas que nos ha traído la cuarentena, ha sido la convivencia, que aunque no nos lo parezca, es difícil y no la teníamos demasiado por la mano, hay gente que se ha dado cuenta de que apenas conoce a esa persona con la que vive. Dicen que incluso divorcios!!!!
No solemos pasar demasiado tiempo en casa, coincidir durante tanto tiempo, por eso estos días hay quien ha descubierto rarezas en el otro de las que o no era consciente hasta ahora o de repente empiezan resultar desagradables.
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¿Desde cuando pones eso ahí?
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¡Desde siempre! – Cara de sorpresa y desagrado. Opción A, discutir. Opción B, tengo un mensaje en el whatsapp.
(Me voy a quedar con la B.)
Al principio la necesidad de aprovechar aquel tiempo regalado, empezó ocupándose con todo aquello que siempre queríamos hacer, un día que en apariencia no había nada que hacer paso a convertirse en uno con la agenda llena, por la mañana yoga, primera ducha del día cambio de pijama, no mejor un chándal, no sabiamos que teniamos tantos, luego desayunar tranquilamente, ay no! tranquilamente no que empieza la visita virtual al museo y ya sin darnos cuenta me da la hora del aperitivo.
-¿Tenemos patatas, y aceitunas?
-si está todo detrás de esa montaña de papel de Wc que llena toda la despensa.
-¿ Qué comemos hoy?
-pastel de postre seguro, que hay que gastar toda esa levadura que hemos comprado…
Después de comer a activarse con la pintura, que no es bueno estar tanto en el sofá, las paredes de este color quedan mucho mejor que antes. Haría falta montar y colocar el armario en su sitio y antes de las siete que empieza la clase de Pilates por instagram, segunda ducha del día, dicen que para el virus es bueno lavarse las manos, una ducha irá mejor ¿no? se supone,¿ y dos?
madre mía los aplausos de las ocho, ¡que no llegamos!! aquí cada día empiezan antes, ¡pero si son menos cinco!
Pon la tele que empieza la rueda de prensa.
¿Que tenemos para cenar?…
65 días dan para mucho, para más de lo que nos podamos imaginar.
A 2020 lo recordaremos como el año que duró 300 días porque un bichito de las narices nos quitó 65, será el año del coronavirus, de la cuarentena, pero también el año en el que la naturaleza le dió una lección enorme a la humanidad que supongo que se verá más adelante si la aprendió o no, porque seguramente habrá examen y sea sorpresa.