¿Habrá cambiado algo ahí fuera…. y dentro?

Ha sido mucho el tiempo que hemos tenido para reflexionar y  mirar por las ventanas
Afrontábamos esto hace ya 57 días con apenas una ligera conciencia de lo que se nos venía encima y  con la incertidumbre de quien obedece a pies juntillas porque no tiene ni idea de lo que está ocurriendo.

Nos aferrábamos al exterior por medio de ventanas, balcones, terrazas, cada cual con lo que le había tocado en esta nueva lotería donde los premios consisten en metros cuadrados al aire libre.

Lo que iban a ser 15 días, pronto aumentaron a otros 15 y luego unos cuantos más y así llegamos a día de hoy a los 57 días.

Con la vista en el futuro también desconocido que nos traerá vete tu a saber qué, me detengo un poco en el pasado, este pasado reciente y  en todo lo ocurrido, completamente segura de que comparto intención con mucha gente que forma parte de esa tribu que a veces sentimos a través del sensor de una cámara y necesitamos de ella para poder expresarnos.

Esta siendo inmensa la cantidad de personas, tanto profesionales como aficionados que están recopilando y compartiendo en redes sociales,  todos esos momentos con intención de guardarlos en nuestra memoria colectiva, estoy segura que esperando que de ellos surja ese futuro que está a punto de arrancar y que de todo lo vivido se origine algo útil y que sobretodo nos haga ser mejores. 

Todos hemos pasado fechas señaladas en casa sin poder compartir con los demás y todos hemos buscado el mejor modo de paliar esos momentos en los que no estábamos espléndidos precisamente, en mi caso me he refugiado, como no, en la foto, con la gran diferencia de que esta vez y como gran novedad, el objetivo me apuntaba a mi,( tampoco había mucha alternativa, la verdad, la gata se mueve demasiado). En su mayor parte, las fotos reflejan la acción que  estaba llevando a cabo, como buena escapista de objetivos que soy no tengo ni la más remota idea de posar (seamos claros, se me da fatal) así que la solución una vez más, era la acción.


Respecto a este auto acompañamiento, mi cuarentena empezó mirando hacia afuera a través de la ventana, continuó volviendo la mirada hacia el interior con la cámara como intermediario  para llegar a mirar desde dentro hacia afuera sin cámara y sin nada. No se cual ha sido la etapa  más difícil de todas, tengo mis sospechas pero me las quedo para mi.

hoy por hoy l tengo la sensación de que efectivamente he experimentado algún tipo de cambio, haciendo recuento si que me da la impresión de que esta situación habrá marcado un antes y un después, quizás no sólo a nivel económico esperemos que a nivel emocional también.

Y a ti ¿te ha cambiado en algo la cuarentena?


Saber aprender y aprovechar


Confinamiento por peligro de contagio del covid-19

Viviendo días complicados ( no es una frase hecha pero quizás un poco manida si.)
#dia 20
Después de muchos días obligándome a mí misma  a mantenerme activa, ocupada y optimista, salgo del bajón que evidentemente acaba produciendo el tan necesario, aunque por otra parte también evitado, dejarse llevar. Ese dejarse llevar que en realidad no es tan malo, como tampoco lo és el sentir miedo.
Miedo contra el que pretendemos luchar metiéndonos en una burbuja de optimismo a la que alimentamos haciendo ejercicio como nunca en la vida y  aprendiendo a hacer cosas nuevas para así ocupar la mente. Esa burbuja, no es para nada real y al final lo mejor que podemos hacer es acabar aceptando ese miedo para aprender a vivirlo, sentirlo e ir creciendo a través de él. Aunque  es verdad que para llegar a esto hay un proceso, es necesario trabajar nuestras emociones y no siempre estamos dispuestos o incluso a veces no sabemos.
Personalmente, hace tiempo que me pica la curiosidad sobre cómo funciona nuestro cerebro y en esta aventura de aprender, no es que me vaya a hacer experta ni mucho menos pero he descubierto a la que yo llamo “mi gran amiga la amígdala”  que es el centro de control del miedo, el centro de mando y la que nos pega esos cortocircuitos paralizando por completo nuestra capacidad racional haciendo por ejemplo, que acumulemos desesperadamente rollos de papel higiénico cuando un virus desconocido invade países cercanos.
Pues con esa, con mi gran amiga amígdala llevo yo luchando día tras día hace muchos años y en ello estamos porque como dicen los expertos, hay maneras de cortocircuitarla ( ahhh donde las dan las toman maja!)
Hay en las redes sociales una innumerable cantidad de información al respecto, a causa claro está de esta especie de histeria colectiva que nos ha invadido con esta situación.
Uno nunca piensa que le van a pasar esas cosas que estamos acostumbrados ver en las películas, con esas historias tan bien desarrolladas, con sus picos de intriga, emoción y su feliz desenlace que en la tranquilidad del sofá intuimos casi desde el principio. Ahí radica la primera diferencia, esto no es ficción, está pasando de verdad. Aunque cuesta creerlo,  cuando todas las noticias que nos llegan al respecto lo hacen a través de todas esas pantallas en las que nos miramos a diario y continúamente. A través de ellas llegan también todas esas propuestas con las que ocupar este tiempo que siempre ansiamos y del que ahora disponemos paradójicamente sin saber qué hacer con él. 
Resulta curioso que al principio la mayoría de nosotros empezáramos por emplearlo en ocupaciones habitualmente fastidiosas  o que vamos aplazando, como hacer las tareas de casa, pero cuando la cosa se alarga en el tiempo, es necesario tirar del ingenio y sobrellevarlo como buenamente se pueda. Lo importante es llegar a estar en paz y en calma con uno mismo, cada uno a su modo. Ya sea reordenando armarios o decorando la biblioteca. Mentalizarse y pensar que ya no falta mucho para que sea situación acabe pero mientras tanto intentemos ser felices. Y sentir nuestras emociones, aprender de ellas y dejarlas fluir, esto es lo más importante de todo. 
Siii, ya se que suena muy zen pero ¿Si no aprovechamos este retiro obligado y este tiempo para hacer lo que no podemos hacer nunca porque no tenemos tiempo,cuando lo vamos a hacer? 

Tiempo

En estos días de confinamiento obligado, la palabra se ha vuelto tan parte de nuestra vida qué nuestros dispositivos electrónicos nos la sugieren ya automáticamente.

Resulta complicado gestionar, al menos a mí, tanto tiempo libre en un espacio tan nuestro, personal y en ocasiones desconocido ¡Parece mentira, hay gente que esta encontrando cosas en casa que no sabía ni que tenía!
Irónico además el echo de pensar, con nuestra a veces frágil memoria, que la mayoría del tiempo anhelamos tener, valga la redundancia, más tiempo para hacer cosas que nuestras obligaciones no nos permiten disfrutar, tales como leer, escribir o descansar sin más… es ahí donde nos damos cuenta de que estamos hechos para estar ocupados. Nuestra mente no está entrenada para tanto descanso, físico claro, ya que mental ya nos gustaría tenerlo. La buena noticia es que podemos entrenarla, las redes están plagadas de opciones para ocupar nuestro tiempo y nuestras mentes con el fin de olvidarnos y sobrellevar, durante el tiempo que sea posible esta realidad que nos empieza a superar a todos en un momento u otro. 
Personalmente y ya sin necesidad de confinamiento suelo ser a nivel emocional y nervioso una montaña rusa, cosa que la situación no me está facilitando demasiado, aunque debo decir al respecto qué estoy aprendiendo mucho de la situación, que me está sirviendo para darme cuenta de muchas cosas de las que no era consciente del todo y para reafirmarme en otras que ya descubrí hace tiempo. Como digo últimamente mucho por redes sociales, hay que buscar la manera de sacarle provecho a la situación. 
Buscar algo que siempre os haya gustado hacer y para lo que nunca tenéis tiempo, pensar en eso que os pasa por la mente la mañana que os da pereza ir a trabajar y os quedaríais en casa y ¡hacerlo! Pensar en la manera de que cuando volvamos a nuestras rutinas, este tiempo en casa haya valido más la pena y no sólo por un bien social sino porque nos ha enriquecido más como personas individual y colectivamente. Algo que no se esfume al cabo de unos meses de nuestras memorias y se quede en una anécdota que contar de vez en cuando. 

Nuevos caminos

La vida sigue su curso, como un rio incansable sigue su carrera hacia el mar.
Puede que para uno mismo haya habido un punto y seguido, aparte incluso, pero lo cierto es que a excepción de ti mismo, es posible que nadie haya notado el cambio.
Otros como tú ya han recorrido ese sendero, podrías seguir sus huellas, escuchando sus vivencias, tomar consejo en sus palabras intentando tomar decisiones correctas, pero de poco te servirán las experiencias  de otros, has de vivir las tuyas propias y tomar tus decisiones porqué sólo así llegarás al destino correcto,  porque sólo tú sabes a dónde quieres ir en realidad.

Los caminos de la vida

Tal y como dice el texto de la foto y a modo de reflexión, últimamente me estoy dando cuenta de que en la vida se me presentan cambios, cambios y más cambios. Cambios de todo tipo y en todos los ámbitos de mi vida.
Tiempo atrás habría calificado eso de falta de estabilidad, inconformismo o cualquier otra cosa por el estilo y lo etiquetaría como algo negativo pero a estas alturas me doy cuenta que para nada es así, que lo malo es conformarse, quejarse y limitarse a pensar en ello sin mover un sólo dedo para intentar mejorar, avanzar o cambiar la situación que nos incomoda  por eso ahora, si algo no me gusta, no me parece bien o simplemente no va conmigo, intento poner remedio de la mejor manera posible. Y si un camino no funciona pues se puede tomar otro, siendo consciente de que todo cambio conlleva un sacrificio pero pensando siempre en que es la mejor opción para uno mismo y en consecuencia para los que le rodean.

Adentrarse en la niebla

¿Qué diferencia hay entre dejarse llevar y no pensar en lo que se esta haciendo?  ¿Cuál es la diferencia entre ser obediente, disciplinado y no cuestionarse nunca nada? 
¿Tomar un camino desconocido que no sabes a donde te llevara, o quedarte en la senda que ya 
conoces? Somos tan reacios a los cambios como adaptables a ellos, esa es la cuestión; ¿si somos tan flexibles porque nos cuesta tanto? 
Dejarse llevar por la corriente suele ser mas fácil que obcecarse en elegir una orilla, por si esta decisión…nos obliga a hacer el esfuerzo de nadar contracorriente. Nunca podemos saber lo que nos depara el futuro, aunque a veces lo intentamos pensando que todo sería más fácil,  muchas veces lo intentamos, demasiadas….  pretendiendo quizás mantenernos en esa tranquilidad que nos aporta el saber que ocurrirá, la seguridad, aún a riesgo de que esa estabilidad nos este causando daño. Pero la realidad es que nunca sabemos lo que pasara y a veces a pesar de la incertidumbre eso es los que nos motiva, lo que le da vida a la vida.

Que obstinado es el ser humano, empeñado en ir por un camino, aunque esté lleno de piedras, aun existiendo la posibilidad de  encontrar una senda mejor, y hacia un nuevo destino puede que mejor. 
Solemos postergar la responsabilidad de nuestras decisiones más importantes, esperando a que llegue el mejor momento, a que se solucione solo, como sino hubiera pasado; pensando que de repente todo será mas fácil.
Pero la  chispa, las oportunidades no se presentan de manera fácil, porque si sigues siempre la corriente nunca hay sorpresas ni buenas ni malas, las buenas las disfrutas, las malas las digieres y aprendes de ellas. 

El subidón de adrenalina que te aporta un nuevo comienzo, es mayor y más fuerte a cualquier miedo que te pueda invadir. 

foto by Jordi Picart 

salir corriendo

fotografía by Jordi Picart 

Hay veces, en las que la vida, te pone en situaciones de las que parece que no vayas a salir nunca; somos incapaces de ver la salida y la verdad es que la mayor parte de la veces, la vida misma te la esta mostrando, las prisas y los miedos nos ciegan y acabamos por no verla o por renunciar a salir por ella.
Se me fue la fuerza por la boca, tanto que quedé exhausta; deje de gritar, las lágrimas se acabaron secando, ya vacía y sin aliento todo se sumió en un silencio, dejé de oír ruido fuera y se empezó a escuchar lo que había dentro.
De entre el mejunje de sentimientos, uno de ellos se abrió paso; el miedo fue el que salió primero, aunque esta vez no era uno sino dos. Dos muy grandes, dos miedos que luchaban entre si porque llevaban a destinos opuestos. Uno forzaba a correr sin destino, solo correr pero muy lejos de allí. El otro me animaba a esconderme , callar y esperar que todo hubiera pasado.
Por primera vez en la vida, el miedo a quedarse fue mayor al de aventurarse a lo desconocido. Sabido era ya de sobras lo que esperar si se quedaba, esta vez salir corriendo era más seguro que permanecer allí y volver a caer, en ese pozo en el que un día ya estuvo atrapada. 
Esta vez la experiencia le estaba recordando que el fuego quema porque ya se había  quemado antes.
Y aunque el paso del tiempo cierra las heridas, las cicatrices quedan en el alma y sólo accedemos a ellas a través de ese dolor, que te lleva a ese miedo y hay que ser capaces de sentirlo para después dar ese paso. Soltar esas cadenas qué nos atan a castillos en el aire, con ataduras de miedo.
Hay que ser capaces de mirarnos al espejo, mirar donde siempre evitamos mirar y hacernos esa pregunta a la que tanto tememos responder, solo así encontraremos la verdad. 
A veces no es necesario saber lo que queremos, basta con saber lo que no queremos. 


ritmos naturales

Últimamente estoy dedicando tiempo, a observar, estudiar y experimentar la naturaleza, esto último cuando puedo,  en todo su esplendor, me he propuesto empaparme bien de su sabiduría y aprovecharla en mi beneficio todo lo que sea posible.
Como muchos ya sabéis empecé en estas andanzas con el shinrin-yoku, aunque al final y como siempre, esta todo ya inventado, pero no por ello pierde eficacia ni interés el asunto.
Es interesante saber como funciona el mundo y resulta sencillo que la mayoría de las veces no tengamos ni idea de lo que ocurre silenciosamente a nuestro alrededor, tanto avance nos ha hecho perder el ritmo natural de la vida. No esta de más a veces volverlo a recordar. La mayoría de las veces tenemos mucho que aprender de ella.

Descubriendo el shinrin-yoku

¿A veces no notáis que habéis perdido el norte? ¿que por mas que lo intentéis, no conseguís concentraros? o ya simplemente centraros,  ¿que la vida diaria con su estrés os absorbe?
Vamos corriendo de un lado para otro, todo el día con cosas que hacer y siempre postergándonos a nosotros mismos.
¿Nada nuevo no?  eso es el día a día de mas de uno y de dos. evidentemente el mío también.
Cada uno tiene la capacidad de saber buscarse y ayudarse a si mismo del mejor modo posible. A veces ocurre, que en realidad siempre hemos sabido lo que nos sienta bien, lo que nos gusta, lo que nos cura, pero a veces se nos olvida.
Este ha sido mi caso con el shinrin-yoku, los baños de bosque.
La lectura de estos libros me ha recordado algo que yo, innatamente ya sabia, algo que inconscientemente buscaba porque me hacia sentir mejor, pero sin saber porque, simplemente por instinto, como cuando te tomas un medicamento pero no sabes que lleva para curarte, pero aun así lo hace, y te lo tomas por eso,  pues igual.
El contacto con la naturaleza, en mi caso, siempre ha sido mas que necesario,  algo que sin saber porque, el cuerpo me pedía cuando algo no funcionaba bien. (y lo sigue haciendo).
Leyendo estos libros de shinrin-yoku he llegado a entender el beneficio que me llegaba a aportar sumergirme en la naturaleza y a su vez el porque lo necesito tanto.