Descubriendo el shinrin-yoku

¿A veces no notáis que habéis perdido el norte? ¿que por mas que lo intentéis, no conseguís concentraros? o ya simplemente centraros,  ¿que la vida diaria con su estrés os absorbe?
Vamos corriendo de un lado para otro, todo el día con cosas que hacer y siempre postergándonos a nosotros mismos.
¿Nada nuevo no?  eso es el día a día de mas de uno y de dos. evidentemente el mío también.
Cada uno tiene la capacidad de saber buscarse y ayudarse a si mismo del mejor modo posible. A veces ocurre, que en realidad siempre hemos sabido lo que nos sienta bien, lo que nos gusta, lo que nos cura, pero a veces se nos olvida.
Este ha sido mi caso con el shinrin-yoku, los baños de bosque.
La lectura de estos libros me ha recordado algo que yo, innatamente ya sabia, algo que inconscientemente buscaba porque me hacia sentir mejor, pero sin saber porque, simplemente por instinto, como cuando te tomas un medicamento pero no sabes que lleva para curarte, pero aun así lo hace, y te lo tomas por eso,  pues igual.
El contacto con la naturaleza, en mi caso, siempre ha sido mas que necesario,  algo que sin saber porque, el cuerpo me pedía cuando algo no funcionaba bien. (y lo sigue haciendo).
Leyendo estos libros de shinrin-yoku he llegado a entender el beneficio que me llegaba a aportar sumergirme en la naturaleza y a su vez el porque lo necesito tanto.

Rosas, fotos y sorpresas.

Sant Jordi suele ser un día muy especial para mí desde siempre, ahora evidentemente un poco mas… es como el pistoletazo de salida a la primavera fotográfica, además de que las flores suelen ser un buen recurso y sencillo para practicar incluso en casa.
El caso es que por circunstancias tuve que pasar el día en casa, lo que no impidió que me dedicara a hacer alguna que otra foto a mi rosa y a mis libros, eso si, sin perder de vista mi objetivo de hacer fotos diferentes, que no sean como las de siempre ni como las típicas, se me ocurrió hacer la foto desde el otro lado de la rosa, priorizando el tallo.
«Casualmente»(lo pongo entre comillas porque los que me conocéis ya sabéis lo que pienso yo de eso), ojeando Instagram, descubrí que una floristería proponía un concurso en el que sencillamente había que agregar su etiqueta a la foto de tu rosa para participar.
«¿por que no?» pensé, ya tenia la foto echa y prácticamente en la red, pensé que no perdía mucho por intentarlo, mucho no, en realidad nada.
Cual fue mi sorpresa cuando tres días después, recibo un mensaje diciendo que mi foto ha sido la ganadora, que me había tocado un ramo de rosas.
La verdad, es que lejos ya del valor del premio, me hizo una ilusión enorme, porque se confirmó para mi, eso que te dicen que si no arriesgas no ganas, cierto es que no era demasiado riesgo, pero es un echo más que nada simbólico, que me llamó particularmente la atención.
El domingo fuimos a recoger «el premio», me recibió la dueña,  que tras una amigable charla me preparó con mucha profesionalidad en la que se notaba el cariño por su trabajo, el ramo de rosas con el que me fui muy contenta a casa.
No tuvimos otra cosa que hacer, que prepararlo para una buena sesión de fotos en toda regla, ya que al final, si una bien se merecía una foto, el ramo no iba a ser menos.