Atisbos del otoño

Dicen que el otoño es la época propicia para los fotógrafos de naturaleza, ya sea por los cambios de color en los árboles, la caída de las hojas en los caminos, la fluencia de setas por los campos, la suavidad de la luz…, el paisaje de viste de gala y la cuestión es, que el otoño invita a apurar las horas de sol e ir pensando en recogerse. Menos para los aficionados a las fotografías y a la micología, estas dos especies son las únicas ávidas de que llegue el fin de semana y haga un poco de buen tiempo, para echarse al campo en busca de sus presas. En el caso de los fotógrafos haya más posibilidad de éxito en la caza.
Mientras llega, los más impacientes registramos con ahínco nuestros bosques, en busca de cualquier pista, que nos anuncie nuestra época preferida para desenfundar la cámara e inmortalizar esa paleta de colores, que tanto nos gusta.

Los tejados de Saint emilion

Una vez más, alimento mi hambre de viajar con pequeños tentempiés, de recuerdos de los viajes pasados, a la espera de nuevas escapadas.
Es otra de las razones por las que hago fotos, para recordar, para vivir el momento y después revivirlo una y otra vez, además de compartirlas, claro.
Las fotos tienen poder, te transportan de nuevo a aquel lugar, te hacen sentir lo que sentiste, en el mejor de los casos, en el peor te sorprenden porque no te acuerdas de aquello que estas viendo. (este es un caso peculiar)
A veces pienso que me encantaría ser bloguera de viajes, para estar siempre moviéndome y conociendo el mundo, pero también he leído sobre personas que han dado el salto y comentan que se sentían mejor cuando no tenían la presión de publicar sobre el viaje y que disfrutaban mas antes.
No lo se y como no lo he probado, me quedo como estoy.
Y después de esta mini reflexión personalísima, vamos a lo que nos ocupa…. este post lleva bastante tiempo siendo postergado y gracias a una amiga que me lo ha pedido hoy verá la luz. Espero que te sirva de algo!!!

la tour du château du Roy es la torre a la que decidimos subir para observar St. Emilion desde las alturas. 
Que si un lugar te enamora es por lo que te hace sentir, esta claro, en alguna que otra ocasión porque te transporta a otro al que te recuerda con su aspecto, también. este fue mi caso con St. Emilion.
Acudimos a St.Emilion ante la imposibilidad de hacer caso omiso a las miles de recomendaciones tanto leídas en internet,  en guías o aconsejadas por gente cercana que inevitablemente nos llevaban a ella. Y no defraudó, en absoluto. en nuestro caso fue visita mas fugaz que otra cosa pero la verdad es que ST. Emilion vale la pena verla a sorbitos, despacio y saborearla.. nunca mejor dicho.
Cada uno que se fije en lo que le apetezca, en mi caso, no fue para nada el vino, aunque si algunos precios para mi desorbitados que colgaban de algunos de los caldos.
Aunque para variar, los suelos empedrados, las casas y como no inevitablemente los tejados fueron foco de mi atención.
Lo ideal es empezar por decidir desde que altura quieres ver St, Emilion, desde el campanario de la iglesia o desde la torre del castillo del rey. A partir de ahí ya puedes perderte por sus calles, lo dicho sin prisa y con mucha pausa porque este lugar es para disfrutarlo.

desde allí la panorámica resultaba, para mi, encantadora. no pude apartar la vista de los tejados. 

                   

Los objetivos tampoco, hice infinidad de fotos a estos modelos inamovibles. 

Los que nos movimos somos nosotros, pero el panorama seguir siendo espectacular miraras a donde miraras.


Evidentemente lo que no podía faltar en St.Emilion son los viñedos, los que no nos esperábamos en absoluto era encontrarnos con uno tan accesible en pleno paseo por el pueblo. Y tan accesible. un verdadero placer para nuestros objetivos.

Pequeños rincones como Le clôitre des cordeliers, me pareció un lugar con mucho encanto donde podías entrar a pasear , sentarte a reposar, tomarte algo y disfrutar de una merecida parada técnica. 


En resumen lo que se necesita para disfrutar de  St.Emilion, son ganas, tiempo y dejarse los tacones en el coche, por lo demás como siempre, lo mejor es dejarse llevar y perderse. 

Y llegó septiembre… mi verano fotográfico.

Hace poco más de un mes, colgaba el cartel de cerrado por vacaciones en el blog.. 
Y a pesar de lo que pudiera parecer tras el post anterior, no me he ido (aun) de vacaciones. Aunque en su día y sabiendo que esto seria así, adelanté acontecimientos y me escape a uno de mis nuevos lugares favoritos, Menorca.
Eso hizo un poco más llevadero este verano de trabajo , y  la larga espera hasta las vacaciones;
con la vista puesta ya en las maletas, el equipo de foto y en el pronostico del tiempo que nos va hacer.
En lo referente al verano, ha sido todo lo que puede ser un verano trabajando, aprovechando las pocas ocasiones para sacar la cámara a pasear, sin presiones, sin nervios de lo que puede llegar a suponer la presión autoimpuesta de mantener tu blog a flote, que por humilde que sea, lleva su trabajo. Conociendo gente estupenda, participando en proyectos inigualables, viviendo experiencias nuevas y sobretodo disfrutando.