largas exposiciones en la costa brava

Hay lugares que invitan a perderse, la costa brava es uno de ellos, podria decirse que es un lugar apto para largas exposiciones y no solo fotográficamente hablando.
Personalmente considero que hay que exponerse mucho a ella ya que es un lugar muy beneficioso tanto física como psíquicamente que enseguida te conquista.
Aprovechando una de nuestras escapadas decidí practicar «un poco» la larga exposición que tenía tan olvidada. Remarco lo de un poco porque para quien no lo sepa, la larga exposición es una técnica que requiere de cierta paciencia para obtener óptimos resultados, o lo que es lo mismo, no es apta para estresados, que es donde me catalogo yo.
No voy a ponerme técnica porque ni es la finalidad de este blog ni tampoco soy la mas indicada para ello y voy a dar paso a los resultados que, no exentos de algo de frío y algún que otro dolor de oídos causados por la famosa tramontana, tampoco me disgustan demasiado… Baaah! venga seamos claros!! Estoy super contentaaaaa! aunque no pierdo de vista la posibilidad de mejorar.

Al-Mudawwar al-Adna, el castillo.

Hace apenas una semana, en otra entrada (El otro día aprendi una palabra ), 
os presentaba el castillo de Almodovar del río; uno de los pueblos que ocupa una posición importantísima en mi lista de lugares imperdibles. 
Hoy vamos acercarnos un poquito mas a él, vamos a encaramarnos a esa loma redonda  (Almodóvar viene del árabe  «Al-mudawar» que quiere decir » el redondo»,  haciendo referencia al promontorio sobre el que se eleva el castillo) y  a acercarnos hasta tocar sus paredes e incluso a entrar dentro, para adorar sus vistas, que no son para nada, en absoluto despreciables. 
Vista general del pueblo y el castillo al fondo, con algunos valientes disfrutando de unas vistas más que privilegiadas. 
A medida que vamos ascendiendo se puede apreciar la verdadera magnitud del castillo. 
Vista del Guadalquivir y una pequeña apreciación de las linea de AVE.

El vestidor del rey.
Vistas de la campiña a través de las magnificas ventanas del castillo. 

Los calabozos…… 
El castillo, como tal, esta repleto de recovecos oscuros, de subidas y bajadas; quien sabe la de historias que  callan sus muros.
Detalle de una fuente. 

Nos vamos ya, abandonamos el castillo no sin hacer hincapié en su suelo, que debo decir que al igual que sus piedras y paredes, han claro hondo en mi , marcando una huella muy, muy personal, que llevo conmigo desde bien chiquitita. 


Topofília

El otro día aprendi una palabra:
Topofilia: pasión por la tierra, concretamente por algún lugar mágico y adorado en su superficie, viene del griego » amor al lugar».

Todos tenemos un lugar del que guardamos recuerdos especiales, mágicos y maravillosos, de esos que te hacen reír y llorar a la vez, ya sea porque allí se criaron nuestros padres y en consecuencia hemos pasado allí muchos veranos, o porque en unas vacaciones de visita,  algo del lugar en cuestión nos robo el corazón.
En esta ocasión mi motivo es el primero; y no me puedo creer que después de todo este tiempo no le haya dedicado un post a dicho lugar, lo resumiremos alegando que lo bueno se hace esperar…., y lo solucionaremos enseguida.
El pueblo en concreto se llama Almodovar del río, se encuentra en la provincia de Córdoba, en pleno camino de dicha capital andaluza a la propia capital de Andalucía, Sevilla.
 De echo las vías del AVE, se dejan caer por allí y desde el propio tren se puede observar lo más característico que tiene este pueblo; su castillo.
Situado en lo alto de un cerro y visible desde varios kilómetros,  el castillo de la Floresta otorga a Almodovar del río una silueta muy característica que una vez se introduce en tu retina, se clava en tu mente siendo muy difícil de olvidar. Y más, claro esta, si se trata de uno de esos lugares imperdibles que cada cual va encontrando a lo largo de su vida, alrededor de este bonito mundo que habitamos.