En estos días de confinamiento obligado, la palabra se ha vuelto tan parte de nuestra vida qué nuestros dispositivos electrónicos nos la sugieren ya automáticamente.
Resulta complicado gestionar, al menos a mí, tanto tiempo libre en un espacio tan nuestro, personal y en ocasiones desconocido ¡Parece mentira, hay gente que esta encontrando cosas en casa que no sabía ni que tenía!
Irónico además el echo de pensar, con nuestra a veces frágil memoria, que la mayoría del tiempo anhelamos tener, valga la redundancia, más tiempo para hacer cosas que nuestras obligaciones no nos permiten disfrutar, tales como leer, escribir o descansar sin más… es ahí donde nos damos cuenta de que estamos hechos para estar ocupados. Nuestra mente no está entrenada para tanto descanso, físico claro, ya que mental ya nos gustaría tenerlo. La buena noticia es que podemos entrenarla, las redes están plagadas de opciones para ocupar nuestro tiempo y nuestras mentes con el fin de olvidarnos y sobrellevar, durante el tiempo que sea posible esta realidad que nos empieza a superar a todos en un momento u otro.
Personalmente y ya sin necesidad de confinamiento suelo ser a nivel emocional y nervioso una montaña rusa, cosa que la situación no me está facilitando demasiado, aunque debo decir al respecto qué estoy aprendiendo mucho de la situación, que me está sirviendo para darme cuenta de muchas cosas de las que no era consciente del todo y para reafirmarme en otras que ya descubrí hace tiempo. Como digo últimamente mucho por redes sociales, hay que buscar la manera de sacarle provecho a la situación.
Buscar algo que siempre os haya gustado hacer y para lo que nunca tenéis tiempo, pensar en eso que os pasa por la mente la mañana que os da pereza ir a trabajar y os quedaríais en casa y ¡hacerlo! Pensar en la manera de que cuando volvamos a nuestras rutinas, este tiempo en casa haya valido más la pena y no sólo por un bien social sino porque nos ha enriquecido más como personas individual y colectivamente. Algo que no se esfume al cabo de unos meses de nuestras memorias y se quede en una anécdota que contar de vez en cuando.